Lo sabíamos. Y es que detrás de una esencia tan pura y de una dedicación tan pasional solo puede haber más que reconocimientos. Can Dani Formentera gana su primera estrella Michelin.
Los que nos seguís de hace tiempo os habréis dado cuenta de que para nosotros Can Dani Formentera es una debilidad. Por varios motivos que ahora os detallaremos. De todas formas, y vaya por delante, nos gustaría dejar claro que aquí hacemos las cosas de corazón. Y si hoy dedicamos unas líneas a Dani Serra y a todo su equipo es porque, desde el minuto cero, creímos en su propuesta y porque merece que no solo Michelin, salvando las distancias, reconozca que lo suyo va en serio y vale mucho la pena. No nos cansaremos de decirlo y aquí estamos otra vez.
¿Porqué Can Dani Formentera también podría ser tu debilidad?
Por su historia
Conocemos Can Dani desde que era Sa Sargantana. Por aquel entonces el concepto era totalmente distinto y, merece la pena decirlo para que entendáis mejor el siguiente punto, estaba bastante alineado a la homogeneidad culinaria de la isla contando igualmente con los propios matices que puedan existir dependiendo de dueños, propuestas y tipos de cocina. Sin embargo con Sa Sarganta se forja una historia de valor, superación, amor y pasión que convierten lo que antes fuera un restaurante más en la isla en medio de la carretera de La Mola en lo que hoy es Can Dani Formentera. Una parada obligada. Pocas veces hemos visto refejada con tanta fidelidad la esencia de una persona en un proyecto, y es que lo que hoy es Can Dani Formentera es lo que Dani Serra siempre ha sido: pasión, amor, superación, sinceridad, tenacidad, creatividad y mucho atrevimiento. Y es que no le podía poner otro nombre, claro está.
Por su atrevimiento
¿Un menú degustación en Formentera? ¿Estamos locos, o qué?
No hay duda de que en Formentera se puede comer de maravilla. Pero no podemos negar que la mayoría de nosotros, bien viajados ya, podríamos adivinar el 80% de las cartas que se proponen en la isla. La oferta en general tiene los palos muy bien definidos y, a partir de ahí, cada uno brilla con más o menos acierto en su especialidad. Una propuesta que si se nos presenta así es, simplemente, porque funciona y a la perfección. Luego, aperece Can Dani y decide tirarse a la piscinia y ofrecer algo totalmente distinto a lo que los visitantes de la isla están acostumbrados, es decir: arroces, pescados frescos, ‘amanida pagesa’ y Can Carlos.
Can Dani, con el atrevimiento por bandera y con la fe puesta en su propio proyecto sin mirar más allá de sus cuatro paredes, decide desmarcarse por voluntad propia y ser lo que quiere ser: auténtico y en Formentera. Brillante.
La apuesta ha costado tres o cuatro temporadas en madurar, pero ahí está. Y tras una de las temporadas más arriesgadas en las que los cambios fueron necesarios en Can Dani, llega la recompensa jamás pensada. Lo mejor de esta estrella, creednos, es que nunca se persiguió. Podemos dar fe de ello.
Por su propuesta
Personalmente tenemos una guarnición de uno de los platos del degustación de 2011 que ejemplifica a la perfección el concepto de Can Dani. Sí amigo, hablamos de la Terra d’Estufador. Somos unos plastas, lo sé. Pero vale la pena decir que saborear esa guarnición era como darse un paseo por los bosques de La Mola. Y así se consagraba en sus inicios la propuesta de Can Dani para terminar en una especie de democratización del menú degustación en medio de la isla sin olvidar las bases de la cocina de raíz, esa cocina propia basada en producto de la tierra y creatividad sin eufemismos; clara, transparente y directa al paladar. Hoy, el degustación de Can Dani Formentera es una auténtica lección de lo que se puede llegar a hacer con muy poco y con mucho cariño. Entre bastidores en el restaurante siempre se repite la misma consigna para seguir el rumbo correcto. Y hasta ahora les ha funcionado: producto, ración y cariño. Esto es lo que se cultiva en el equipo de Can Dani Formentera y lo que, pasión añadida, se transpira cada vez que te sientas en una de sus mesas.
Por estar en familia
Y es lo que tiene cuando derrochas carisma en el mejor de los sentidos. Que te acaba rodeando gente que se tomará las cosas como tú lo haces en mayor o menor medida. Y es lo que le sucede a Dani Serra. Entras allí y respiras un ambiente familiar en el que todos van a una y con la misma manera de entender cada bolo que se hace. Porque cada noche es una puesta en escena y cada noche toca brillar sin olvidar lo que son: un restaurante que sirve comidas elaboradas con intención y mucho cariño. Es lo que hacen y son como son. Dejándose llevar por un concepto que han levantado y a su vez aprendido. Una cuadrilla de buena gente con un gran concepto de cocina y en un grandísimo lugar. Una familia digna de visitar, año tras año y las veces que se puedan. Porque lo que se hace entre esas cuatro paredes enfilando La Mola sale realmente del estómago. Se siente. Y aquí nos gustan las cosas sentidas. Por esto estamos aquí.
Si eres de los nuestros, no te lo pierdas, estrellas a parte.